viernes, 14 de septiembre de 2012

Capitulo 2: Visita inesperada.

Cerré la puerta y escuché como se alejaba la moto de Mike. Dejé las llaves en el aparador que había en el ancho pasillo de la entrada y me dirigí hacia la cocina. Abrí la nevera y saqué una jarra que contenía zumo de naranja. Me serví un vaso y fui hacia el salón, que solo lo separaba de la cocina una barra americana. Me senté en el sofá y me tomé el zumo tranquilamente.
De repente sonó el teléfono y me sobresalté.

-¿Si? -dije al descolgar el teléfono.
-¡Carol! ¿Dónde has estado? ¡Te he estado llamando! -la voz de Martina sonó al otro lado del teléfono.
-Sí, lo sé, es que me dejé el móvil en casa.
-Pues no lo vuelvas a hacer, ¡me has tenido preocupada!
-Lo siento. Se me olvidaba que tengo una amiga controladora y paranoica.
-Solo me preocupo por ti, Carol... lo sabes. -dijo Martina con una voz suave.
-Sí, lo sé, lo sé. Respecto a eso de que te preocupas por mi... se por qué lo haces. No tienes porqué hacerlo Martina, de verdad.
-¿Estás loca? Eres mi amiga, no te voy a dejar sola. Me tienes para lo que necesites, Carol. -dijo con un tono comprensible.
-Muchas gracias Martina, no sabes lo bien que me viene tu apoyo. ¿Sabes que no se lo tienes que decir a nadie, verdad?
-Puedes estar tranquila por eso, no va a salir ninguna palabra de mi boca.
-Gracias Martina. Oye, tengo que dejarte, ¿nos vemos mañana?
-¡Claro! Buenas noches Carol.
-Buenas noches, Martina.

Colgué el teléfono y me levanté del sofá. Crucé el comedor hasta llegar al baño y cerré la puerta. Me quedé frente al espejo, observándome a mi misma. Posiblemente, me podría describir como una chica normal. Pelo liso y castaño. El cabello caía a la altura de mis pechos. Con unos ojos de color miel y de estatura normal. Labios carnosos y nariz pequeña. No había nada más reflejado en aquel cristal. Al no ser, que se mirara el interior. Entonces, se vería a una chica con la mirada apagada. Cansada de levantarse tantas veces después de cada caída, pero luchando día a día. Una chica que a pesar de todo, siempre estaba con una sonrisa en la cara y a la que le encantaba conocer gente nueva, descubrir, aprender, vivir una vida llena de emociones y de locuras. Porque no le quedaba más remedio. Si ella no era fuerte, nadie lo iba a ser en su lugar.
Después de observarme en el espejo, de sonreír más de tres veces para intentar fingir que estaba bien, me quité la ropa y me duché.

Salí del baño con una toalla envuelta en mi cuerpo y me dirigí hacia mi habitación, que estaba justo al lado. Cerré las cortinas y me puse el pijama a rayas de color rosa y vainilla.
Recogí la toalla que había dejado en el suelo y me dirigí al baño para echarla al cesto de la ropa sucia y peinarme.

De repente, sonó el timbre de la puerta. Salí del baño y miré por la mirilla. No podía creer lo que estaba viendo.
Abrí la puerta y solo asomé la cabeza, pues no quería que me viera en pijama.

-Parece que el destino quiere que nos volvamos a encontrar. -dijo Mike mientras sonreía.
-Si vienes a mi casa a las...-miré el reloj de mi muñeca- … doce de la noche, no creo que sea cosa del destino.
-Entonces... -Mike sacó un medallón del bolsillo- ¿Esto tampoco es cosa del destino?

Me quedé sorprendida cuando vi a Mike con mi medallón en sus manos. Ni siquiera me había dado cuenta de que la había perdido.

-¿De donde la has sacado? -dije mientras se la cogía de las manos.
-Se debió caer cuando te quitaste el casco, has tenido suerte de que fuera yo el que la encontrara.
-¿Ha eso le llamas suerte? Yo prefiero llamarlo destino. -dije sonriendo.

Mike se acercó a mi y me apartó el pelo de la cara.

-Me alegro de que el destino haya echo que viniera, te sienta bien ese pijama -me susurró al oído con una voz sensual.
-Debes estar de broma -dije sonriendo.
-No bromeo con chicas que llevan pijamas así -dijo mientras bajaba las escaleras de la entrada.
-¡Mike! Gracias por traerme el medallón, significa mucho para mi.
-No tienes que darlas -dijo mientras se puso el caso.

Arrancó su moto y lo vi perderse entre los coches. Cerré la puerta y eché el cerrojo.
Me puse el medallón y abrí el corazón que contenía. Entonces vi la foto de mis padres.
Los recuerdos fueron interrumpidos cuando escuché un ruido en la casa.
Asustada, caminé de puntillas hasta el salón.

-¿Hay alguien? -dije asustada.

Entonces oí maullar a un gato.

-Oh, eres tu Princesa, que susto me has dado. -dije suspirando tranquila. -¿Nos vamos a dormir?

Princesa, se rozó por mis piernas mientras ronroneaba y la cogí en brazos hasta llevarla a mi habitación. Cerré la puerta y me tumbé en la cama. Cerré los ojos y solo podía escuchar el ronroneo de Princesa, un sonido, que hizo que entrara en un profundo sueño. 

7 comentarios:

  1. Me encanta*_* Espero que no tardes en publicar el tercero:)

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  2. Muy bonito =) tambien espero que publiques ya el 3º =)

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  3. Me alegro de que os guste!
    En cuanto suba el tercero os avisaré por el tuenti :)
    Una historia en el recuerdo.
    Para los que no me tengáis, agregadme! :)

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  4. Si señor, sabes como describir las escenas... las puedo ver en mi mente x)
    Vas muy bien, espero al capitulo 3 (:

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  5. Me alegro de que te las puedas imaginar, es justo lo que quiero, que los lectores pueden imaginar bien las escenas a raíz de lo que yo escribo!
    Muchas gracias a todos! :)

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  6. Hola Judith, aquí estoy comentando un poco. Me encanta como describes todas las escenas, sabes describir sin aburrir (cosa que admirar). Solo cambiaría una cosa, en vez, de decir estatura normal diría estatura estándar. Sigue así y nunca cambies tu forma de ser.
    Espero el tercer capítulo! Besitos.

    PD: Perdona por la biblia que te he puesto de comentario jajaja

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  7. Gracias por el consejo Carles, lo tendré en cuenta :)
    No pasa nada por la biblia, tampoco es tanto jajaja.

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