Cerré
la puerta y escuché como se alejaba la moto de Mike. Dejé las
llaves en el aparador que había en el ancho pasillo de la entrada y
me dirigí hacia la cocina. Abrí la nevera y saqué una jarra que
contenía zumo de naranja. Me serví un vaso y fui hacia el salón,
que solo lo separaba de la cocina una barra americana. Me senté en
el sofá y me tomé el zumo tranquilamente.
De
repente sonó el teléfono y me sobresalté.
-¿Si?
-dije al descolgar el teléfono.
-¡Carol!
¿Dónde has estado? ¡Te he estado llamando! -la voz de Martina sonó
al otro lado del teléfono.
-Sí,
lo sé, es que me dejé el móvil en casa.
-Pues
no lo vuelvas a hacer, ¡me has tenido preocupada!
-Lo
siento. Se me olvidaba que tengo una amiga controladora y paranoica.
-Solo
me preocupo por ti, Carol... lo sabes. -dijo Martina con una voz
suave.
-Sí,
lo sé, lo sé. Respecto a eso de que te preocupas por mi... se por
qué lo haces. No tienes porqué hacerlo Martina, de verdad.
-¿Estás
loca? Eres mi amiga, no te voy a dejar sola. Me tienes para lo que
necesites, Carol. -dijo con un tono comprensible.
-Muchas
gracias Martina, no sabes lo bien que me viene tu apoyo. ¿Sabes que
no se lo tienes que decir a nadie, verdad?
-Puedes
estar tranquila por eso, no va a salir ninguna palabra de mi boca.
-Gracias
Martina. Oye, tengo que dejarte, ¿nos vemos mañana?
-¡Claro!
Buenas noches Carol.
-Buenas
noches, Martina.
Colgué
el teléfono y me levanté del sofá. Crucé el comedor hasta llegar
al baño y cerré la puerta. Me quedé frente al espejo, observándome
a mi misma. Posiblemente, me podría describir como una chica normal.
Pelo liso y castaño. El cabello caía a la altura de mis pechos. Con
unos ojos de color miel y de estatura normal. Labios carnosos y nariz
pequeña. No había nada más reflejado en aquel cristal. Al no ser,
que se mirara el interior. Entonces, se vería a una chica con la
mirada apagada. Cansada de levantarse tantas veces después de cada
caída, pero luchando día a día. Una chica que a pesar de todo,
siempre estaba con una sonrisa en la cara y a la que le encantaba
conocer gente nueva, descubrir, aprender, vivir una vida llena de
emociones y de locuras. Porque no le quedaba más remedio. Si ella no
era fuerte, nadie lo iba a ser en su lugar.
Después
de observarme en el espejo, de sonreír más de tres veces para
intentar fingir que estaba bien, me quité la ropa y me duché.
Salí
del baño con una toalla envuelta en mi cuerpo y me dirigí hacia mi
habitación, que estaba justo al lado. Cerré las cortinas y me puse
el pijama a rayas de color rosa y vainilla.
Recogí
la toalla que había dejado en el suelo y me dirigí al baño para
echarla al cesto de la ropa sucia y peinarme.
De
repente, sonó el timbre de la puerta. Salí del baño y miré por la
mirilla. No podía creer lo que estaba viendo.
Abrí
la puerta y solo asomé la cabeza, pues no quería que me viera en
pijama.
-Parece que el destino quiere que nos volvamos a encontrar. -dijo Mike
mientras sonreía.
-Si
vienes a mi casa a las...-miré el reloj de mi muñeca- … doce de
la noche, no creo que sea cosa del destino.
-Entonces...
-Mike sacó un medallón del bolsillo- ¿Esto tampoco es cosa del
destino?
Me
quedé sorprendida cuando vi a Mike con mi medallón en sus manos. Ni
siquiera me había dado cuenta de que la había perdido.
-¿De
donde la has sacado? -dije mientras se la cogía de las manos.
-Se
debió caer cuando te quitaste el casco, has tenido suerte de que
fuera yo el que la encontrara.
-¿Ha
eso le llamas suerte? Yo prefiero llamarlo destino. -dije sonriendo.
Mike
se acercó a mi y me apartó el pelo de la cara.
-Me
alegro de que el destino haya echo que viniera, te sienta bien ese
pijama -me susurró al oído con una voz sensual.
-Debes
estar de broma -dije sonriendo.
-No
bromeo con chicas que llevan pijamas así -dijo mientras bajaba las
escaleras de la entrada.
-¡Mike!
Gracias por traerme el medallón, significa mucho para mi.
-No
tienes que darlas -dijo mientras se puso el caso.
Arrancó
su moto y lo vi perderse entre los coches. Cerré la puerta y eché
el cerrojo.
Me
puse el medallón y abrí el corazón que contenía. Entonces vi la
foto de mis padres.
Los
recuerdos fueron interrumpidos cuando escuché un ruido en la casa.
Asustada,
caminé de puntillas hasta el salón.
-¿Hay
alguien? -dije asustada.
Entonces
oí maullar a un gato.
-Oh,
eres tu Princesa, que susto me has dado. -dije suspirando
tranquila. -¿Nos vamos a dormir?
Princesa,
se rozó por mis piernas mientras ronroneaba y la cogí en brazos
hasta llevarla a mi habitación. Cerré la puerta y me tumbé en la
cama. Cerré los ojos y solo podía escuchar el ronroneo de Princesa,
un sonido, que hizo que entrara en un profundo sueño.
Me encanta*_* Espero que no tardes en publicar el tercero:)
ResponderEliminarMuy bonito =) tambien espero que publiques ya el 3º =)
ResponderEliminarMe alegro de que os guste!
ResponderEliminarEn cuanto suba el tercero os avisaré por el tuenti :)
Una historia en el recuerdo.
Para los que no me tengáis, agregadme! :)
Si señor, sabes como describir las escenas... las puedo ver en mi mente x)
ResponderEliminarVas muy bien, espero al capitulo 3 (:
Me alegro de que te las puedas imaginar, es justo lo que quiero, que los lectores pueden imaginar bien las escenas a raíz de lo que yo escribo!
ResponderEliminarMuchas gracias a todos! :)
Hola Judith, aquí estoy comentando un poco. Me encanta como describes todas las escenas, sabes describir sin aburrir (cosa que admirar). Solo cambiaría una cosa, en vez, de decir estatura normal diría estatura estándar. Sigue así y nunca cambies tu forma de ser.
ResponderEliminarEspero el tercer capítulo! Besitos.
PD: Perdona por la biblia que te he puesto de comentario jajaja
Gracias por el consejo Carles, lo tendré en cuenta :)
ResponderEliminarNo pasa nada por la biblia, tampoco es tanto jajaja.